comprendimos
que
el amor
es un juego
de soledades.
Nunca supimos
amarnos del todo
porque no habíamos cicatrizado
las heridas,
no dejamos esa página en blanco entre capítulo y capítulo
ni entendimos
que era algo más que jugar
a deshojar otoños
o tener aquello que tuvimos
con otras personas,
intentando no repetir lo sucedido
sin saber que cometeriamos
errores distintos
cuando nos encontramos
en aquel cruce
de puntos suspensivos de historias.
Fue como poner vendas
a hemorragias internas,
quisimos curarnos
sin llegar a tocarnos del todo.
Nunca supimos solucionar el pasado
simplemente le dimos forma a las heridas.